Decidimos escribir una carta. Algo simple, con sentimientos. Después se nos ocurrió que los pájaros no saben leer. Y más tarde, deducimos que si pueden cargar un bulto desde Paris y lograr que llegue entero, entonces bien podrían leer una carta. De lo contrario no se darían por enterados de los pedidos.
El asunto es que iniciamos la redacción. Como todos saben, las cuestiones ortográficas no son mi fuerte. Tuvimos que escribir de nuevo. Quedó muy engorrosa, con muchas subordinadas.
Nuevo intento, ahora con frases cortas, claras y contundentes. La nueva versión me pareció muy burocrática. La descartamos.
Al final nos quedamos sin hojas y con poca tinta. Escribimos una modesta notita explicitando un par de cuestiones y le hice una mariposita porque me parecía simpática.
A él le pareció un lindo detalle. Nos quedamos dormidos.
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