Salida de Emergencia




Ese miércoles trabajamos hasta tarde. Aún haciendo todo, pero todo, siempre falta algo.

Encima la Terminal ya no está cerca. Nos atragantamos un poco con la cena, en el medio cae un “amigo” y hace el trámite más lento. Nos vamos, chocha yo con mi valija prestada, chocho él con su bolso liviano.

No vi un circulito. Es desproporcionado que por tan pequeña acción haya sucedido lo posterior. Perdimos el colectivo. O no lo vimos salir, o si, pero no sabíamos que era el nuestro. Llanto breve, no tan a los gritos como me hubiera gustado, por esto de la ubicuidad vieron. El, más practico que dramático, me dice un par de mentiras adorables: “No es tu culpa, es de los dos, porque los dos estamos viajando. No llores, no te angusties, pensá, pensá qué vamos a hacer”. Salimos corriendo, tomamos un remis, el único disponible, y tratamos de alcanzar al condenado colectivo.

Nuestra “Salida de Emergencia” estaba minuciosamente planificada, al menos el traslado. Todos los pasajes pagados y encadenados. Ida y Vuelta. No llegar a tiempo a Tucumán era no poder continuar a Salta, menos a Chile. Tampoco habría una vuelta.

De hecho, no habría Vacaciones. Por eso digo, si existiera la posibilidad de explotar voluntariamente, puff, así como así, sin bombas ni desastres, Yo lo hubiera hecho.

A duras penas llegamos a Termas. En la Terminal no había ni espantos. Obvio, el colectivo no nos había esperado. De vuelta a la ruta, se me ocurren un par de ideas estúpidas, y a José una genial. Llamalo a Maxi (amigo oriundo de la vecina ciudad). Por expresas indicaciones del fulano en cuestión, llamamos a una empresa de remises, a la brevedad se hace presente un auto: Peugeott 504 modelo… 95???? No los habían dejado de fabricar???!!!!! Estamos fritos.

Segundos después, aparece un Corsa, con un intrépido joven al volante, hijo del chofer del 504. ¿Cómo sé que era intrépido? Porque hizo una maniobra tipo Rápido y Furioso para acomodar el auto junto a nosotros. Explicamos la situación, dice que seguro llegamos, pero que nos cobrará un poco más. Nosotros que ya habíamos tenido casi una hora para sufrir, intentar horcar al chofer de la tortuga que nos llevó a Termas, maldecir el gasto extra, y un largo etcétera, contestamos: “si llegamos te pagamos”.

Alcanza con decir que salió a 140 km/h. Hasta escaparon un par de sonrisas. Uff, ya escucho las gastadas. Llegamos perfectamente para hacer el trasbordo. Subimos primero. Destino Salta, por fin estábamos dentro de los planes.

Mi alma ronda cerca, huele que ya está siendo tiempo de volver al cuerpo.

Playa



Quema, la arena quema. Y el agua se ve tan azul… tan transparente, que uno se pregunta porqué en Mardel, el agua es tan marrón. A ver, a ver, qué se supone que uno hace cuando va a una playa. Una sombrita que nos albergue urgente. De este lado, el sol quema más, dicen. Mucha radiación, la capa de ozono está muy dañada. El aire es tan fresco, y el paisaje tan acogedor que bueno, los pollos no se quejarían supongo, si los hornos tuvieran estas características. ¡Al agua pato! (o pollo, pa no cambiar tanto de bicho) Entra José. Vuelve a la sombrilla, donde yo analizo riesgos y beneficios, miro familias y niños haciendo berrinche, no debe ser tan malo. Además, la cara de felicidad del recién llegado da envidia. – ¿Cómo está el agua? – Una Masita!

Descubrimientos





Durante las vacaciones uno dimensiona el ritmo de vida que lleva el resto del año. Ejemplo, el desayuno. Muy rica la manteca con mermelada. En casa casi nunca lo hago.

Subir. Bajar por las callecitas de Arica. 9 x 9 cada casa. Orden de Pinochet. Eso si, todas muy coloridas. Hay Grafittis por todos lados. Para nosotros, arte. Para los residentes, una plaga. No hay frente que se salve. “Y eso que la municipalidad les da espacios, montones! No, siempre hay alguno que sale de las normas y pinta en cualquier lado”.

Los únicos amigos chilenos que hicimos eran los dueños del hostal. Un matrimonio bastante zurdo y divertido.

Para ellos, los argentinos son más combativos. El chileno en cambio, demasiado sumiso. Y la señora presidenta, un títere. “Herencia de Pinochet” Frase de cabecera de los funcionarios chilenos, incluida la Bachelet. Será que las decisiones tomadas por este viejo son irreversibles. ¿No las pueden modificar?

Un par de tardes nos quedamos tomando mate y escuchando historias de la historia de Chile. Los desayunos eran igual. Tiempo de aprendizaje.

Playa (dos)




En El Laucho, otra playa, fuimos a esperar el atardecer. Playa cool. El que alquilaba sombrillas musicalizaba el lugar. Fabulosos. Manu Chao. Red Hot. Cada vez que pienso en una playa, viene con esa banda de sonido. Mate. Pai de Limón. Nosotros. Estado Alfa.

Correo




Decidimos escribir una carta. Algo simple, con sentimientos. Después se nos ocurrió que los pájaros no saben leer. Y más tarde, deducimos que si pueden cargar un bulto desde Paris y lograr que llegue entero, entonces bien podrían leer una carta. De lo contrario no se darían por enterados de los pedidos.

El asunto es que iniciamos la redacción. Como todos saben, las cuestiones ortográficas no son mi fuerte. Tuvimos que escribir de nuevo. Quedó muy engorrosa, con muchas subordinadas.

Nuevo intento, ahora con frases cortas, claras y contundentes. La nueva versión me pareció muy burocrática. La descartamos.

Al final nos quedamos sin hojas y con poca tinta. Escribimos una modesta notita explicitando un par de cuestiones y le hice una mariposita porque me parecía simpática.

A él le pareció un lindo detalle. Nos quedamos dormidos.

Paso de Jama





Extraño las convulsiones de mi teléfono. Extraño la gente que me sacude a cada rato armando asados, salidas, planes, excusas. La distancia es necesaria, pero no definitiva. Tiempo de retorno. Arica es una ciudad seca, sin agua. Un desierto vecino del Pacífico.
25 º todo el año, sin lluvia. Viento frío y el sol que te cocina sin avisar. Palmeras con pájaros que suenan como chanchos. Rasgos indígenas por todos lados, la gente pobre que trabaja. Casitas coloridas y un puerto hediondo con barcos crujientes. Perfecto.
Pero Santiago espera.