Un Concierto de Rock





Llegué a contar cinco. El celular de cierta productora de no se cuál programa del cable, no paraba de sonar. La muy chirusa contesta todos y cada uno, y gestiona la paz mundial en cada diálogo.

Primero todo es así, un poco acartonado, bastante fría la cosa. Manuel allá y nosotros aquí. Las canciones son hermosas. Escenas de amantes que sufren, que desean y que mienten.


Rumbo al mar

Apoyas tu cara en el vidrio

Me decís

“tu mundo me resulta ajeno”

Mientras yo guardo un cigarro entre mis dedos

Y al llegar, las luces sobre la autopista

pienso que jamás te he perdido de vista.

Yo jamás contigo he sido un extraño.

Ponte un abrigo y deja todo

y vamonos de aquí

por la mañana

verás las mariposas del jardín.


Después pide permiso para fumar, muy educado él. Habla mucho, más que al principio. Cuenta historias de viejas versiones de Manuel. Mozo en un hotel cinco estrellas plena época del Menemato. La rabia se le escapa por la pancita de la o. Más canciones. Justo en este punto se da el gran descubrimiento. Luego de la frase “no tenía un mango boludo…” entiendo que este tipo es de los nuestros. Sospecho que las carencias nos ubican en la misma ventana. Todos pedimos aire alguna vez, hartos de heder en nuestras casas, escribiendo un poco, con culpa por no tener energías convencionalmente productivas. Y no da para más, y luego de una desprolija lucha, nos damos un baño y salimos a trabajar nomás, vencidos.

He corrido por tanto sitio extraño

He mirado para todos lados

y nada encontré.

He mentido a tanto amigo mío,

que ahora que lo pienso

me siento un sin sentido.

Mis ideas, me condenan

Tus pañuelos, me recrean


Más escenas, esta vez sobre frustraciones diferentes. Y habla de nuevo, y me identifico, de nuevo. Y ahora que nos mandó a la mierda por sexta vez, soy feliz. Recuerdo el momento exacto en que alguien deja de ser un extraño y es justo cuando uno se despacha así como si nada, y maltrata sin las educaciones pertinentes para con alguien que no tendría la paciencia de entendernos. A Verónica la maltrato porque me quiere igual, una insignificante puteada jamás podría exterminar nuestra devoción.

Hice todo lo posible por seguir.

Cambie el color de mis ojos por marfil.

Acostumbrado a mentir.

Acostumbrado a reír.

Van mil días que no se lo que decir

Sin ideas de buenos aires a Junín

no soy el tipo que parezco ser

no soy el tipo que tu crees ver

se que no es fácil para mi ser yo

y hoy estas radiante como nueva york

y yo estoy pensando en otro lugar...

no tengo nada que hacer

esto no da para más...


“Con esta canción me compro mi primera casa”, dice que pensó. Increíblemente honesto, no teme explicitar sus ambiciones pequeño-burguesas. Lo que algunos artistas independientes se empeñan en despreciar. El bienestar nunca fue un anhelo exclusivamente burgués y no tiene porque generar cargo de conciencia. Ojo, no confundir bienestar con lujo o divismo. Sopita y rock…

Y así más o menos se acerca el final. Nos vamos a tomar cervezas por ahí, con gente amiga. No con él, que no es amigo pero bien podría serlo, sino fuera por la circunstancia espacial.

Luego llega el momento Estelar. Las chicas de atrás piden Ella dijo. Secretamente pensaron dos horas antes mientras subían las medias que la noche era perfecta y que tal vez ellas serían la chica de Un show. Pero no, él tiene un amor y mejores planes.



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